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    Kristallnacht: Hitler no intentó detenerlo

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    ¿Adolf Hitler intentó detener el pogromo Kristallnacht?

    Para exonerar a Hitler, los negacionistas del Holocausto declaran:

    Cuando Adolf Hitler se enteró del pogromo Kristallnacth, estaba enojado y ordenó a Josef Goebbels, el ministro de propaganda, que lo detuviese de inmediato.

    Por ejemplo, David Irving, a quien el Tribunal Superior de Londres declaró en el 2000 como negacionista del Holocausto, racista y antisemita, afirma que cuando Hitler se enteró del pogromo estaba “lívido de furia”. Citó a Josef Goebbels, el ministro de propaganda, a su departamento y “montó una escena terrible”.[1] Irving declara que Hitler envió a Julius Schaub, uno de sus ayudantes, con instrucciones para hacer todo lo posible para detener la violencia y la destrucción. Hitler luego ordenó a Goebbels y Rudolf Hess, el líder del partido nazi y parte del círculo íntimo de Hitler, que realizaran llamados para tratar de “detener los excesos más violentos”.[2]

    Los hechos son:

    La evidencia histórica no respalda la idea según la cual cuando Adolf Hitler se enteró del pogromo de Kristallnacht intentó detenerlo. Las notas del diario de Josef Goebbels, el ministro de propaganda y miembro del círculo íntimo de Hitler, muestran que Hitler no le pidió que detuviera el pogromo, sino que lo autorizó.

    Los hechos sobre si Adolf Hitler trató de detener el pogromo Kristallnacht:

    El diario de Goebbels revela que un Hitler supuestamente enfurecido no lo envió a detener el pogromo. Al contrario, Goebbels pudo regodearse libremente con los acontecimientos iniciales. Más adelante, luego de un evento en la noche, donde se encontró con Hitler, Goebbels registró la escena que vio desde su auto al regresar al hotel: “En Berlín, 5 y luego 15 sinagogas están en llamas. Ahora el pueblo estalla de furia. No se puede hacer nada más para detenerlo esta noche. Y yo tampoco quiero hacer nada al respecto. Deben poder manifestarse libremente… En mi camino de regreso al hotel, oigo estallar las ventanas. ¡Bravo! Las sinagogas arden en todas las grandes ciudades. Las instalaciones alemanas no corren peligro”.[3] La euforia de Goebbels continuó hasta el día siguiente (10 de noviembre). “Ayer, Berlín. Allí, todo se desarrolló a la perfección. Un incendio tras otro. Está bien así. Preparé una orden para poner fin a las acciones. Ya es suficiente… En todo el país las sinagogas ardieron. Me reporto ante el Führer en el Osteria”.[4]

    Frankfurt synagogue burning on Kristallnacht.
    Center for Jewish History, NYC [Sin restricciones o dominio público], a través de Wikimedia Commons

    Las notas del diario de Goebbels revelan que Hitler no le ordenó que detuviera el pogromo. Al contrario, Goebbels tenía una cita para almorzar con Hitler el día siguiente para evaluar el impacto del pogromo.

    La implementación del pogromo Kristallnacht: principal evidencia

    El hecho que Hitler no dio órdenes para detener el pogromo se evidencia en tres telegramas sobre la ejecución de este. Los oficiales nazis de alto rango enviaron estos telegramas a sus subordinados en Alemania durante la noche de Kristallnacht.

    El telegrama del 9 de noviembre de 1938 a las 11:55 p.m.

    Heinrich Müller envió un telegrama desde Berlín a la policía alemana con instrucciones sobre el pogromo. Su telegrama decía: “Muy pronto, se emprenderán acciones contra los judíos, en particular, contra sus sinagogas, en toda Alemania. No deben interrumpirse”. Se debía evitar los saqueos. Se autorizó la detención de 20,000 a 30,000 judíos. “Se debe elegir antes que nada a los judíos con propiedades”.[5]

    El telegrama del 10 de noviembre de 1938 a la 1:20 a.m.

    Reinhard Heydrich trasmitió órdenes desde Berlín a las fuerzas policiales y a las oficinas de la Gestapo en todo el país. Él había recibido las órdenes directamente de su jefe, Heinrich Himmler (el jefe de las SS y de la policía en Alemania), quien reportaba directamente ante Hitler.

    Este telegrama ordenaba a la policía que no evitara la destrucción de las propiedades judías ni que tampoco interfiriera con los actos violentos contra los judíos alemanes. Este telegrama decía: “…se esperan manifestaciones contra los judíos durante esta noche —9 y 10 de noviembre 1938— en todo el Reich… las manifestaciones no deben ser reprimidas por la policía”.[6]

    Las únicas restricciones reales que Himmler y Heydrich solicitaron a la policía y la Gestapo fueron que evitasen daños a las propiedades o a la vida de los alemanes. Solo se prenderá fuego a las sinagogas si no hay riesgo de que se extienda a los edificios de los “arios”. No se deben realizar saqueos en las tiendas y las viviendas de los judíos. Se debe proteger las tiendas que no sean de propiedad judía. Los judíos extranjeros no deben ser asaltados.

    Reinhard Heydrich (National Archives) [Public domain], via Wikimedia Commons
    Telegrama firmado por Reinhard Heydrich (página 1 de 4). Archivos nacionales [Dominio público], a través de Wikimedia Commons.

    El telegrama del 10 de noviembre de 1938 a las 2:56 a.m.

    Rudolf Hess envió un aviso a todas las oficinas del partido en Alemania. En este telegrama se prohibió incendiar las tiendas judías: “Según las órdenes expresas emitidas por los más altos rangos, no debe haber ningún acto de incendio intencional o barbarie contra la propiedad judía bajo ninguna circunstancia”.[7] La prohibición del incendio intencional de las tiendas judías probablemente se debió al hecho que muchos judíos alquilaban a no judíos. Por ende, quemar esas tiendas destruiría propiedad alemana. También se corría el riesgo de que los incendios se extendieran a propiedades alemanas cercanas. Por último, luego del pogromo, quedó claro que los nazis querían “arianizar” los últimos negocios de los judíos en Alemania, esto es, los nazis querían tomar control de ellos y entregárselos a los propietarios “arios”. A la luz de esta posible esta “arianización”, quemar las tiendas y su contenido sería contraproducente e inútil a la larga.[8]

    Conclusión:

    Las notas del diario de Josef Goebbels, un miembro del círculo íntimo de Hitler, indican que Hitler no pidió que se detenga el pogromo, sino que en realidad lo autorizó. El diario de Goebbels revela que estaba encantado ante el progreso del pogromo durante la noche. Cuando se encontró con Hitler al día siguiente, solo ultimaron los detalles sobre cómo finalizar el pogromo. Ningún otro oficial nazi, incluidos otros en el círculo íntimo de Hitler, trató de detener el pogromo. Al contrario, enviaron instrucciones durante la noche de Kristallnacht, dando indicaciones sobre cómo llevar a cabo el pogromo con más eficiencia. Ninguno de estos oficiales nazis se hubiera atrevido a realizar actos violentos contra los judíos alemanes sin el permiso de Hitler.

    NOTAS

    [1] David Irving, Goebbels: Mastermind of the Third Reich (Focal Point, 1996), p. 277. Se puede descargar todo el libro en formato pdf. en www.fpp.co.uk/books/Goebbels/.

    [2] David Irving, War Path (London 1978), p. 165 según se lo cita en el trabajo de Richard J. Evans, David Irving, Hitler and Holocaust Denial, (4)(4.3)(c)(ii)(E)(2-4) en www.hdot.org, “Expert Witness Reports”. Warpath puede descargarse en pdf. en http://www.fpp.co.uk/books/WarPath/.

    [3] Richard J. Evans, David Irving, Hitler and Holocaust Denial, Sección (4)(4.3)(c)(ii)(E)(10).

    [4] Richard J. Evans, David Irving, Hitler and Holocaust Denial, Sección (4)(4.3)(c)(iii)(A)(4).

    [5] Richard J. Evans, David Irving, Hitler and Holocaust Denial, Sección (4)(4.3)(c)(ii)(F)(9).

    [6] Richard J. Evans, David Irving, Hitler and Holocaust Denial, Sección (4)(4.3)(c)(ii)(F)(2).

    [7] Richard J. Evans, David Irving, Hitler and Holocaust Denial, Sección (4)(4.3)(c)(ii)(G)(1).

    [8] Richard J. Evans, David Irving, Hitler and Holocaust Denial, Sección (4)(4.3)(c)(ii)(G)(2-4).