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    Babi Yar: exhumación de los cuerpos

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    ¿Los nazis intentaron destruir las pruebas de la masacre de Babi Yar al exhumar y quemar los cuerpos?

    Los negacionistas del Holocausto argumentan lo siguiente:

    Solo hay un sobreviviente que exhumó y quemó los restos de la masacre de Babi Yar. El negacionista italiano del Holocausto Carlo Mattogno identifica a este único sobreviviente como Vladimir K. Davidov (Davydov): Davydov “parece ser el único testigo que dice haber participado en la cremación de los cuerpos de Babi Yar”. Los testimonios de este sobreviviente, según Mattogno y otros negacionistas del Holocausto, son “absolutamente increíbles”. Por lo tanto, todo eso nunca sucedió.[1]

    Los hechos son:

    A diferencia de lo que los negacionistas argumentan sobre Babi Yar, no hubo un solo sobreviviente del proceso de exhumación e incineración. Hubo siete más. Sus testimonios, que aparecen en distintas fuentes y fueron brindados en diferentes momentos, coinciden entre sí. Además, los perpetradores nazis que ordenaron este proceso de exhumación e incineración también declararon que sucedió.

    Hechos sobre el intento de destruir las pruebas de los crímenes nazis en Kiev:

    Antes que los alemanes se retiraran de Kiev, Ucrania, en el otoño de 1943, intentaron encubrir las pruebas de sus atrocidades. Paul Blöbel era líder del Sonderkommando 4a, que, junto con otras unidades alemanas, ejecutaron a 33,771 judíos en Babi Yar solo dos años antes. Blöbel se encargó de exhumar los cuerpos y destruir la evidencia. Para acelerar la tarea, se formó un grupo de trabajo especial llamado ‘Sonderaktion 1005’ que estaba constituido por 300 prisioneros del campo de concentración Syrets cerca del barranco. Desde agosto hasta septiembre de 1943, estos prisioneros fueron encadenados juntos y obligados a exhumar y cremar los cuerpos. Se construyeron piras de cremación sobre vías de hierro cubiertas con pilas de leña bañada en aceite. Se quemaron alrededor de 2,500 a 3,000 cuerpos en cada pira de cremación. Los prisioneros encargados de esta tarea también debían buscar entre las cenizas dientes de oro. Los huesos restantes fueron pulverizados y las cenizas se esparcieron en la zona o se mezclaron con arena. Luego la mezcla se arrojó nuevamente al barranco.

    ¿Hubo realmente un solo testigo del proceso?

    La afirmación de Mattongo según la cual solo hay un testigo de las exhumaciones y cremaciones es incorrecta. Los miembros del grupo de trabajo de exhumación (‘Sonderaktion 1005’) pensaron que cuando su trabajo finalizara, los nazis los ejecutarían. Por lo tanto, huyeron en masa el 29 de septiembre de 1943. De los 300 hombres o más que trabajaban en el Sonderkommando, varios sobrevivieron. Entre los sobrevivientes, algunos dieron o publicaron sus testimonios en forma detallada durante los años. La lista incluye a: Vladimir Davydov, Jakov Steyuk, Vadislav Kuklia, Jakov Kaper, David Budnik, Ziama Trubakov, Seymen Berlyant, Leonid Ostrowsky, Yosif Doliner, e Isaac Brodsky.[2] Sus historias son importantes y coinciden entre sí.

    David Budnik recuerda haber sido seleccionado para el Sonderkommando en el campo de trabajo Syrets y cómo se encadenaban los pies de los prisioneros uno junto al otro para que pudieran trabajar, pero no escaparse. Budnik recuerda cómo se instalaron pantallas para camuflar la zona y toda la región fue declarada zona restringida. Por la noche se los empujaba a un refugio subterráneo en el barranco y se los dejaba allí encerrados. Dieciocho oficiales de las SS, además de los guardias del área, los vigilaban. Todas las mañanas debían trabajar. David declara: “Teníamos que excavar las fosas con los cuerpos, buscar joyas, retirar empastes de oro y luego quemar los restos en los hornos que habíamos construido. Estábamos divididos en brigadas, cada cual especializada en un tipo de trabajo en particular. Yo trabajaba con los ganchos, retirando los cuerpos… El suelo comprimido y los cuerpos se habían solidificado luego de dos años y esto hacía que el trabajo fuera casi imposible… Además de cavar, también ayudábamos al equipo que construía los hornos. Para esto, se utilizaban lápidas y rejas de hierro que habían traído del cementerio judío cercano. Estas lápidas se colocaban en el sitio, sobre una superficie de 10 metros por 10 metros [(33 pies por 33 pies), como un tablero de ajedrez. Luego se colocaban las vías y las rejas encima, a continuación las dos hileras de leños y finalmente una capa de cuerpos, y así sucesivamente. Luego de esto se esparcía aceite y se quemaba. Estos hornos tenían distintos tamaños, pero nunca menos de tres metros de altura. Los cuerpos se colocaban con la cabeza por fuera. Los huesos restantes se destruían con martillos de hierro y luego se los tamizaba con tamices especiales para filtrar el oro y las joyas. Las cenizas se mezclaban con la tierra…Trabajábamos entre 12 y 15 horas por día. Los alemanes nos apresuraban. El humo negro se elevaba sobre Babi Yar de los 60 hornos que se construyeron y en cada uno se quemaban más de dos mil personas”.[3]

    Yakov Kaper, otro sobreviviente, agrega esta declaración: “Cuando pasé la zona camuflada, vi un paisaje que nunca olvidaré”. Kaper fue encadenado y lo llevaron al barranco. Recuerda las estructuras del horno y el proceso de cremación. Él también debía retirar los cuerpos de la fosa con una herramienta especial: una vara de 50-60 centímetros (20-24 pulgadas) de largo con la punta afilada como un gancho. Nos mostraban cómo insertar este gancho debajo del mentón y retirar el cuerpo”. Todo lo que hacíamos era confidencial. “Cuando traían comida o algo para quemar, como leña o aceite, se lo colocaba en cierto lugar y nadie podía acercarse”. Incluso aquellos que vivían al lado del barranco debían preguntarse qué estaba sucediendo porque “desde la mañana hasta la noche el cielo de Babi Yar estaba cubierto con un humo negro y denso con olor a carne quemada”. Kaper recuerda: “Trabajábamos todos los días como robots. Nos apresuraban, nos golpeaban, estábamos cubiertos de sudor y sangre”. A los prisioneros los mataban por la menor infracción y se agregaba sus cuerpos a los que estaban en la pira de cremación. A medida que el frente se acercaba, se podían escuchar los sonidos de explosiones: “Intentábamos sobrevivir un día más”.[4]

    Otros testimonios, como los que aparecieron en el Informe de la comisión estatal extraordinaria sobre las destrucciones y atrocidades cometidas por los invasores alemanes-fascistas en la ciudad de Kiev (1941-1944) [publicado en 1987], confirman los mismos acontecimientos y condiciones: las cadenas, las lápidas y las rejas de hierro que traían del cementerio judío, la construcción de los hornos, el uso de leña y aceite, cómo se colocaban los cuerpos y los leños en capas, la capacidad de cada pira (2,500 a 3,000 cuerpos), los equipos que retiraban joyas, anillos y dientes de oro, la destrucción de los huesos, la mezcla de las cenizas con arena del barranco y el uso de una excavadora para exhumar los cuerpos a medida que se acababa el tiempo.[8]

    Además, contamos con la declaración testimonial de un participante notable en la destrucción de la evidencia: el ya mencionado Paul Blöbel. El 18 de julio de 1947, Blöbel realizó una declaración jurada para los juicios internacionales de Nuremberg: “Se me asignó la tarea de eliminar los rastros de las ejecuciones realizadas por el Einsatzgruppen en el este… Esta orden era confidencial… Durante mi visita en agosto observé la incineración de cuerpos en una fosa masiva cerca de Kiev, fue en agosto de 1943. Esta fosa tenía casi 44 metros de largo, 3 metros de ancho y 2-1/2 de profundidad (145 pies de largo, 10 de ancho y 8 de profundidad)… Debido al avance del frente no era posible destruir las fosas masivas que estaban más al sur y al este… no pude cumplir todas mis órdenes…”.[9]

    Syrets concentration camp (also: Syretskij concentration camp), a Nazi German concentration camp erected in 1942 in a Kiev's western neighborhood of Syrets. Barbed wire fence. By World War II unknown photographer (Babi Yar, Berdichev Revival) [Public domain or Public domain], via Wikimedia Commons.
    Campo de concentración de Syrets (también llamado: campo de concentración de Syretskij), un campo de concentración nazi alemán creado en 1942 en un barrio de Syrets al oeste de Kiev. Reja de alambre de púas, imagen tomada por un fotógrafo desconocido de la Segunda Guerra Mundial (Babi Yar, Berdichev Revival) [Dominio público], a través de Wikimedia Commons.

    Conclusión:

    A diferencia de las afirmaciones de los negacionistas del Holocausto, hubo varios testigos visuales que compartieron sus experiencias sobre Babi Yar. Vladimir Davydov, por ejemplo, no es el “único” testigo, sus testimonios tampoco son “absolutamente increíbles”, como dice Mattogno. El testimonio de Davydov se corrobora con el testimonio de nueve sobrevivientes más del comando de exhumación: Jakov Steyuk, Vadislav Kuklia, Jakov Kaper, David Budnik, Ziama Trubakov, Seymen Berlyant, Leonid Ostrowsky, Yosif Doliner, e Isaac Brodsky. Su testimonio se corrobora con el de los perpetradores, sobre todo Paul Blöbel, el jefe del comando especial encargado de exhumar y cremar los cuerpos en Babi Yar.

    NOTAS

    [1] Carlo Mattogno y Jürgen Graf, Treblinka: Extermination Camp or Transit Camp? (Theses & Dissertations Press, 2004), p. 221 en http://vho.org/dl/ENG/t.pdf.

    [2] Esta lista fue compilada de tres fuentes: el trabajo de A. Anatoli Kuznetsov Babi Yar (Farrar, Straus y Giroux, 1970; el trabajo de Ziama Trubakov Riddle of Babi Yar y el Informe de la comisión estatal extraordinaria sobre las destrucciones y atrocidades cometidas por los invasores alemanes-fascistas, en la ciudad de Kiev enhttp://forum.axishistory.com/viewtopic.php?t=42076. Estas fuentes usan variaciones de los nombres como Davidov/Davydov y Beryland/Berylant/Berland.

    [3] David Budnik, “Under a Lucky Star”, en el trabajo de Erhard Roy Wiehn, Jewish Fates in Kiev 1941-1943 (Parte 5) http://www.ess.uwe.ac.uk/genocide/budnik05.htm.

    [4] Yakov Kaper, “Thorny Road”, en el trabajo de Erhard Roy Wiehn, Jewish Fates in Kiev 1941-1943 (Parte 7), en http://www.ess.uwe.ac.uk/genocide/kaper06.htm. Kaper fue doblemente “afortunado”. Sobrevivió al escape del Sonderkommando luego de la exhumación y la incineración de los cuerpos y también sobrevivió a la masacre original de los judíos en el barranco Babi Yar exactamente dos años antes. Estaba siendo transportado en camión al sitio de ejecución cuando saltó y se escapó.

    [5] A. Anatoli (Kuznetsov), Babi Yar: A Document in the Form of a Novel, traducido por David Floyd (Farrar, Straus y Giroux, 1970), pp. 370-389. El libro de Kuznetsov se escribió durante el régimen soviético. Llamarlo “novela” permitió su publicación, pero de todas formas fue muy censurado. A partir de 1970 fue impreso en occidente en una versión sin censura.

    [6] “That’s why it is denial not revisionism. Part VI: Deniers and Babiy Yar massacre (4)”, en http://holocaustcontroversies.blogspot.com/2006/08/thats-why-it-is-denial-not-revisionism_06.html.

    [7] El relato oral de Zakhar (Ziama) Trubakov está disponible en http://collections.ushmm.org/search/catalog/irn502882. Su testimonio también puede leerse en el libro de Ziama Trubakov The Riddle of Babi Yar: A True Story Written by a Survivor of Mass Massacres in Kiev in 1941-43 (traducido, editado y completado por Reyzl Yitkin). Ahora este libro incluye en los anexos las declaraciones y testimonios de otros testigos de la masacre o el intento de eliminar las pruebas del crimen. The Riddle of Babi Yar está disponible en Kindle.

    [8] El informe soviético entero está disponible en http://forum.axishistory.com/viewtopic.php?t=42076.

    [9] Yitzhak Arad, Israel Gutman y Abraham Margaliot (editores), Documents of the Holocaust: Selected Sources on the Destruction of the Jews of Germany and Austria, Poland, and the Soviet Union (Eighth Edition) (University of Nebraska Press y Yad Vashem, 1999), “Evidence by Blobel on the Burning of Bodies and Obliterating the Traces of Bodies of Jews Killed by the Einsatzgruppen, Affidavit”, N.º 3947, pp. 471-473.